miércoles, 30 de marzo de 2011

cap.9

Diego empezó a palparse las piernas y se aseguró de que no había sufrido daños, Pablo se golpeó la cabeza contra el volante y sangraba un poco, pero se encontraba consciente y preguntó si el resto de ocupantes se encontraba bien. La respuesta fue afirmativa, acto seguido trató de arrancar el coche. No arrancaba y así siguió durante los al menos seis intentos siguientes.

-          Ahora si que estamos jodidos – Dijo Pablo- no funciona… ¡Mierda!

Pablo dio un golpe al volante, era cierto que la situación pintaba muy mal. Ahora estaban abandonados a su suerte, sin medio de transporte, en mitad de aquel infierno.
Pablo bajó del coche y los ocupantes le siguieron, había que irse rápido, seguro que aun les perseguían y solo habían conseguido salir de la urbanización calle abajo, no podían tardar mucho en alcanzarles por poco veloces que fuesen.

-          ¿Estas contento gilipollas? – Dijo Pablo lanzándose enfurecido hacia Diego- ¡Como alguien de aquí muera por tu puta idea de salir te mato cabrón!

Pablo agarró a Diego de su camiseta haciendo un ademán de golpearle, José y Esther tuvieron que intervenir para evitarlo. Diego no hizo nada, prefirió callarse, algo que jamás hubiese hecho en una situación normal. Había comprendido en tan solo un día que, con todo aquello, su actitud impulsiva y algo descerebrada era un billete seguro al cementerio.

-          ¡Pablo por favor para!- imploró Esther-  cariño, tenemos que irnos. No podemos perder el tiempo peleándonos entre nosotros, tenemos que salir con vida.

Quizás fueron esas palabras las que salvaron a Diego de un buen puñetazo. Pensó que jamás en la vida habría dicho que Pablo tuviera ese carácter. Aunque a lo mejor su personalidad también había cambiado, como la de Diego. Es impensable lo que una situación limite puede conseguir de una persona.
En los ojos de Pablo se podía ver odio cuándo aún fijaba su mirada en la de Diego. Pero no era odio irracional, era un odio producido por el miedo, miedo a perder a Esther. Siendo sincero Diego opinaba que las vidas de los demás miembros del grupo en verdad le importaban un carajo, se le notaba, cuándo decía “nosotros” quería decir “mi novia y yo” y cuándo amenazaba a Diego de muerte “si a alguno de los presentes le pasa algo” quería decir “si a mi novia y a mi nos pasa algo”.
Diego no paraba de darle vueltas a ese pensamiento mientras terminaban de abandonar los alrededores del complejo de viviendas, pero pensó que tal vez se estaba empezando a poner paranoico, no convenía a nadie crear desconfianza y mucho menos enfrentamientos en el grupo.
Ya en las calles de la ciudad, los supervivientes se quedaron atónitos. Tan solo muerte, el más absoluto caos proveniente de la peor de las guerras se había apoderado de la ciudad, no había resto alguno de vida. Cadáveres en el suelo, vehículos ardiendo, columnas de humo. Los restos de miembros humanos, los torsos abiertos, la sangre tiñendo de rojo las aceras. Era una imagen horrible, más de lo que el cerebro y el corazón humanos pueden soportar. Había unos seis coches de policía formando hilera en un extremo de la calle, decidieron acercarse a ellos para ver si encontraban algo de utilidad. Cuándo se acercaron vieron los cuerpos sin vida de al menos nueve policías, todos tenían una pistola al lado de sus cadáveres y un agujero en la nuca. Todo indicaba  que los agentes, cuándo vieron que probablemente el enemigo les superaba en numero e iban a perder la batalla, optaron por suicidarse.

-          Dios mío…- dijo Esther apartando la vista-. ¡Qué horrible!

-          Tuvo que ser un verdadero infierno…- prosiguió José-  todo se ha ido a tomar por culo…

Todos quedaron en silencio por unos segundos, velando por aquellos cuerpos que nunca iban a tener un entierro digno, Diego luchaba por contener las lágrimas, pensaba en su familia, en Gabi. Temblaba de miedo solo de pensar que el destino de su amigo fuese semejante si no hubiese encontrado un lugar en el que esconderse.
Los ciudadanos, los ejércitos y la policía habían perdido la guerra en esas calles en tan solo una noche, las posibilidades eran realmente bajas.

3 comentarios:

  1. ostras, qué adelantado ya! entre el trabajo y demás no me ha dado tiempo. Pero ya he remontado! Está muy bien, Sergio, el ambiente y la trama. Sobre todo el "todo se ha ido a tomar por culo" jajajaja
    sigue así!

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  2. Muchas gracias Jesus! Me alegro de que te guste, es cierto que igual estoy publicando muy deprisa, pero al ser capítulos relativamente cortos cuándo los escribo me impaciento por colgarlos XD. Gracias por los animos, de verdad que dan a uno ganas de seguir jeje. Un saludo

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  3. Ya estas con las persecuciones, realmente te avientas pronto, lo cual me gusta mucho...

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